Así es señores y señoras, de nuevo en tierras conocidas y campos recorridos, saltando y brincando. Con
Max más viejo y decaído, pero con las mismas ganas y los movimientos de la vieja andanza
ultimera colombiana.
Hace sol y eso me recuerda que dentro de unas horas estaré debajo de él corriendo de nuevo detrás de un
frisbee. Son ya varios meses retirado de las canchas por cuestiones laborales y falta de tiempo para dedicarle a una de las pasiones más grandes de mi vida, el
ultimate frisbee. Es obvio que mis primeros pasos serán pesados como si llevara botas de acero en mis pies, pero seguro, minutos después, volveré a correr y recordar el movimiento dentro de la arena. Recordar es vivir, pero es mejor vivir y no tener que recordar. Seguiré en esta rutina cada viernes, para dentro de muy poco, volver a las canchas de verdad.
Jugar y correr detrás del frisbee, es algo indescriptible, si nunca lo ha hecho no puede juzgar... es algo más que un ser detrás de un objeto... es la mente y el cuerpo sincronizados para una sola razón, volar y anotar.
Como pájaro viejo, se vuelo menos, pero se disfruta más.
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