La anécdota de hoy va un poco en pro de las cosas positivas de mi hermoso país y en contra del primer mundo surreal. Y no hay mejor palabra para describir una situación inverosímil pero real como ella sola.
Cuestión de adaptación
Es usual cuándo se está de nuevo en un lugar ajeno, los trámites más comunes en un principio toman un poco más de tiempo. Hacer mercado, ir al banco, en fin... El poco conocimiento de los lugares y los procedimientos alargan las labores. Sólo es acomodarse a las costumbres y se agilizan los trámites mensuales. Agilidad necesaria pues se economiza tiempo, el cual escasea cuando se trabaja. Como bien acotaría mi tía Myriam, la falta de tiempo sólo es falta de orden, pero con o sin orden, casi siempre hace falta tiempo.
En fin... hasta aquí, no hay nada extraordinario o destacable, pero el tiempo ocupará un papel importante en el relato, ya entenderán de aquí en adelante el tema. Y como de colas vine a hablar, pues de colas hablaré. Y para aquél que voló con su imaginación a las nalgas o las gaseosas, lo siento, en esta ocasión no va a ser. Hablo es de la otra clase de cola, queue, fila, etc. Palabra que en la madre patria es un infierno. Me acuerdo que la cola más larga que había hecho en Colombia había sido para sacar la Visa Americana, pero se tenía hora de cita y se movía. Aquí, ni lo uno ni lo otro.
Viene a mi mente, las voces de protesta de mis compatriotas y la mía propia, quejándonos de la cantidad de colas a las que nos vemos sometidos cuando debemos realizar un trámite frente al estado. La verdad, si vivieran esto se reirían y jamás se quejarían, porque después de lo vivido es inverosímil lo que se ve en el primer mundo.
Exijo una explicación lógica
La historia comienza de la siguiente forma y para hacerla breve, la resumo. Mi esposa me informa que a la mañana siguiente debemos levantarnos un poco más temprano pues hay que madrugar para hacer un trámite. Madrugar está en mi diccionario, entonces poco sacrificio veo en el asunto. Acto seguido, dice: Es a las 3 a.m porque hay que ir a hacer cola para sacar el Registro de Nacimiento. Aquí hay como un negro en mi mente, como cuando se bloquea el computador, como que se ve la pantalla pero no va. Nada me cuadraba, pero si lo había dicho seria y cuadrando el despertador era porque definitivamente había que hacerlo.
4 a.m
Mientras manejaba entre el sueño y el arranque del cerebro pensaba: ¿por qué si aquí todo lo abren a las 9 a.m que carajos hago yo despierto a las 3 a.m? No estoy en Europa? Mejor dicho, absurdo por donde se le vea. La verdad, pregunté poco y obviamente la acompañé pero con una curiosidad inmensa de conocer si tan desquiciada frase era una pesadilla de la cuál quería despertar con un salto de la cama. Pero el salto nunca se dió.
(Para no hacer tan largo el post, lo contaré en dos partes... ya viene la segunda)
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