Hace más de 8 años no me montaba a una bicicleta y la verdad, se puede estar incómodo al principio pero la teoría no se pierde. En las bajadas sacar las nalgas y frenar poco, en las subidas llore y siga pedaliando. Eso sí, al final me di cuenta que estaba frenando con el delantero y no con el trasero, error que no me costó la vida, pero yo si sentía que en las bajadas rocosas algo extraño. Igual, no pasó nada, y recuerden, LA MANO DERECHA es el freno trasero.
Me acuerdo del recuerdo amargo de la última vez que había visto una bici en mi casa. Mi madre al ver que yo no montaba bicicleta todo los días decidió que el jardinero le daría un mejor uso a mi GT noventera, lo más cómico fue que me enteré que ya no era mía un día que la vi en el garaje y me dio por dar una vuelta y mi madre me regañó porque eso ya no era mío. Encima de tumbado, cascado.
En fin... hace un mes mi esposa me quitó ese amargo recuerdo y mi fobia por los jardineros. Me regaló una bici y estaba loco por ponerla a prueba. Increíble que a los 29 igual que a los 8 años, saltes en un sólo pie por ver una bici.
Ayer fue la prueba de fuego, hice un recorrido de 25 km de pura trocha y la verdad respondió muy bien el regalo de mi hermosa esposa. Aquí en Madrid las trochas no son tan comunes, pero me llevaron a un sitio donde la verdad aluciné. Mucho roca y subida. Fueron las mejores 2 horas y media desde hace mucho tiempo. El ponerte a prueba a ti mismo y a tu cuerpo es algo único. Ver tus límites y superarlos, es algo que siempre me ha gustado.
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Como ven era algo que quería contar pues fue una experiencia que nunca pensé se fuera a presentar de nuevo en mi vida. Espero tener muchos más a partir de ahora y contarlas una por una. Por cierto, logré rollito samurai en una bajada. Claro, no quedaron marcas porque fue bien ejecutado.
Ahora a lavar la bici y a comprar un porta caramañola, porque eso de hacer 2 horas sin agua, no aguanta. Ahí nos lemos, adiós.
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